A partir de esta entrada, y hasta nuevo aviso, van a ser publicados algunos escritos producidos, aproximadamente, entre los años 1995 y 1997. Estos estaban encuadrados en una opereta denominada "Reflexiones entomológicas" cuyo destino fue el olvido aun antes de ser recordada.
Por esos años me parecía de alta gracia hablar de temas serios con un dejo entre burlón e irónico. De algún modo tenía la impresión de que era el adobo imprescindible para darle el toque maestro a una inteligencia excelsa.
Por supuesto que ya no pienso lo mismo, ahora la modestia se ha apoderado de mi ánimo y no considero las cosas de la misma manera. Ya no necesito un tono irónico y burlón, me alcanza con la sencillez, el modo llano, sincero, la descripción certera y el genio agudo.
El adjetivo "excelsa" asociado a los atributos de la inteligencia me parece absolutamente inadecuado; prefiero algún otro más descriptivo, como por ejemplo: insondable o titánica.
Estos adjetivos pueden usarse individualmente o encadenados en una oración como calificativos o modificatorios del sustantivo (inteligencia, en este caso).
Bueno, como decía, el asunto es que muchas cosas ya no las pienso como antes, de modo que las afirmaciones hechas en escritos de hace más de quince años no se me pueden achacar. De cualquier forma me hago cargo de los aciertos pues, como dicen, la victoria tiene muchos padres pero la derrota es huérfana.
Aclarado lo anterior es posible encarar con mayor tranquilidad lo que sigue.
Lo que sigue:
"Emociones encontradas
Cuando usted se encuentra a conversar con algún
amigo y le dice: “Tengo emociones encontradas”, usted no está
queriendo decir lo que dice, o sea, no es que usted va por la
calle y a la vuelta de una esquina se encuentra con unas emociones
extraviadas. Esto bien podría suceder, pero usted no lo expresaría
de esta manera. Usted diría: “Encontré el amor”, “me llevé
un julepe bárbaro” o expresión similar.
Pero cuando usted dice que sufre emociones
encontradas usted está queriendo decir otra cosa. Lo más probable
es que en un momento usted sienta una cosa y un instante siguiente sienta otra. Esto no conllevaría ningún inconveniente si no fuera
que para usted ambas emociones son opuestas entre sí.
De esta manera usted puede llegar a sentir, cosa
muy usual, amor por una persona a las tres de la tarde y a las tres y
cinco sentir que la odia con entusiasmo.
Hay otros ejemplos de emociones encontradas. Así
alguna gente puede sentir que quiere que su vida cambie y, casi
simultáneamente, que no se mueva nada. Esto puede ser extensible a
la situación del barrio, del país o del mundo.
Si se mira con un poco de atención, esto no es un
fenómeno muy insólito, es más, podemos decir sin temor a exagerar
que constituye la normalidad en la vida de la inmensa mayoría.
Claro, hay épocas en que este fenómeno tan
normal agrava su normalidad y no deja lugar casi a ninguna
anormalidad. De esta manera, por más que usted se vista muy
elegantemente, se exprese con aplomo y sonría pestañeando con
lentitud, dentro de usted se va a estar desarrollando un tole tole de
emociones encontradas.
Hacer tanto hincapié en este asunto de las
emociones encontradas es un tanto excesivo. No solamente las
emociones tienden al encuentro sino también otras funciones como el
pensamiento y, para no hacer exclusiones, también las acciones, los
actos humanos.
Esta descripción, un tanto estática, omite el
hecho de que no solamente hay encuentro, en el sentido de
contraposición, entre actividades del mismo tipo sino también entre
distintos tipos de actividades. De esto se desprende que puede haber
encuentro entre pensamientos y emociones, entre pensamientos y
acciones, entre emociones y acciones y
por último, en un insólito todos contra todos, de todas esas
expresiones del alma humana entre sí, configurando lo que se podría
definir como una bolsa de gatos.
Pero, esto no es vida, se afirmará. Probablemente
no lo sea, pero más allá de idealismos funcionales, así parecen
funcionar o no funcionar las cosas.
Todo esto, por otra parte, no debería preocupar a
nadie ya que conviene a la moda del momento, que suele encontrar
adorable todo lo que se muestre de modo desestructurado. Si además
de mostrarse de esa manera esto funciona así, termina siendo
re-fashion, con lo cual todos tienen asegurada la aceptación
correspondiente de parte de todos los demás. Así que mejor no
quejarse ya que, como le decía mi abuela a mi hermana menor, “si
quieres ser bella debes ver estrellas”, expresión que nunca
terminé de comprender del todo pero que me parece que se ajusta al
caso.
Modas aparte, la cultura de este tiempo, un cierto
número de ciencias bastante incuestionables y el consenso general,
están de acuerdo en que la naturaleza humana es contradictoria y que
en eso radica un cierto encanto que nadie sabe explicar con demasiada
precisión.
Creo que en alguna parte debe haber algún motivo
inconfesable que fundamente estas afirmaciones de modo tal de
permitir que algunos vivos lleven adelante algún tipo de negocio. No
me queda claro cual es el truco pero me queda la extraña sensación
de que alguna carta debe haber en la manga de algún tahúr.
Así, con este asunto de la naturaleza humana
contradictoria, pueden quedar justificadas una serie de tropelías.
Unos dirán que ojalá se pudieran hacer algunas cosas, pero que
infelizmente, no depende de la voluntad, y lo de “infelizmente”
no va a quedar muy claro en sus semblantes porque se los va a ver muy
contentos.
Algunos dirán que es necesario hacer sacrificios
pero a ellos no se los va a ver muy sacrificados. Unos prometerán
una cosa, no la cumplirán, y los otros mucha mala sangre no se van
hacer porque “vos sabés como son estas cosas”.
Así que de esta manera, afirmando una suerte de
naturaleza humana contradictoria, el campo queda despejado para
comportarse de acuerdo a este axioma.
Lo paradójico es que los mayores promotores de
estas ideologías en su fuero íntimo no experimentan tanto este
asunto y, mediante la articulación de algún sistema de
forzamientos, piensan, sienten y actúan con una unidad envidiable a
la hora de lograr sus propósitos (o, más bien, despropósitos).
Me parece que este asunto de la naturaleza humana
contradictoria es una tramoya más para mejor esquilar y/o esquilmar individuos y conjuntos (preferentemente) poco espabilados (también preferentemente).
Jean-Luc Gagnan"
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