lunes, 5 de noviembre de 2012

Fenomenología de la contradicción


A partir de esta entrada, y hasta nuevo aviso, van a ser publicados algunos escritos producidos, aproximadamente, entre los años 1995 y 1997. Estos estaban encuadrados en una opereta denominada "Reflexiones entomológicas" cuyo destino fue el olvido aun antes de ser recordada.

Por esos años me parecía de alta gracia hablar de temas serios con un dejo entre burlón e irónico. De algún modo tenía la impresión de que era el adobo imprescindible para darle el toque maestro a una inteligencia excelsa. 

Por supuesto que ya no pienso lo mismo, ahora la modestia se ha apoderado de mi ánimo y no considero las cosas de la  misma manera. Ya no necesito un tono irónico y burlón, me alcanza con la sencillez, el modo llano, sincero, la descripción certera y el genio agudo.

El adjetivo "excelsa" asociado a los atributos de la inteligencia me parece absolutamente inadecuado; prefiero algún otro más descriptivo, como por ejemplo: insondable o titánica.

Estos adjetivos pueden usarse individualmente o encadenados en una oración como calificativos o modificatorios del sustantivo (inteligencia, en este caso).

Bueno, como decía, el asunto es que muchas cosas ya no las pienso como antes, de modo que las afirmaciones hechas en escritos de hace más de quince años no se me pueden achacar. De cualquier forma me hago cargo de los aciertos pues, como dicen, la victoria tiene muchos padres pero la derrota es huérfana.

Aclarado lo anterior es posible encarar con mayor tranquilidad lo que sigue.

Lo que sigue:

"Emociones encontradas

Cuando usted se encuentra a conversar con algún amigo y le dice: “Tengo emociones encontradas”, usted no está queriendo decir lo que dice, o sea, no es que usted va por la calle y a la vuelta de una esquina se encuentra con unas emociones extraviadas. Esto bien podría suceder, pero usted no lo expresaría de esta manera. Usted diría: “Encontré el amor”, “me llevé un julepe bárbaro” o expresión similar.

Pero cuando usted dice que sufre emociones encontradas usted está queriendo decir otra cosa. Lo más probable es que en un momento usted sienta una cosa y un instante siguiente sienta otra. Esto no conllevaría ningún inconveniente si no fuera que para usted ambas emociones son opuestas entre sí.

De esta manera usted puede llegar a sentir, cosa muy usual, amor por una persona a las tres de la tarde y a las tres y cinco sentir que la odia con entusiasmo.

Hay otros ejemplos de emociones encontradas. Así alguna gente puede sentir que quiere que su vida cambie y, casi simultáneamente, que no se mueva nada. Esto puede ser extensible a la situación del barrio, del país o del mundo.

Si se mira con un poco de atención, esto no es un fenómeno muy insólito, es más, podemos decir sin temor a exagerar que constituye la normalidad en la vida de la inmensa mayoría.

Claro, hay épocas en que este fenómeno tan normal agrava su normalidad y no deja lugar casi a ninguna anormalidad. De esta manera, por más que usted se vista muy elegantemente, se exprese con aplomo y sonría pestañeando con lentitud, dentro de usted se va a estar desarrollando un tole tole de emociones encontradas.

Hacer tanto hincapié en este asunto de las emociones encontradas es un tanto excesivo. No solamente las emociones tienden al encuentro sino también otras funciones como el pensamiento y, para no hacer exclusiones, también las acciones, los actos humanos.

Esta descripción, un tanto estática, omite el hecho de que no solamente hay encuentro, en el sentido de contraposición, entre actividades del mismo tipo sino también entre distintos tipos de actividades. De esto se desprende que puede haber encuentro entre pensamientos y emociones, entre pensamientos y acciones, entre emociones y acciones y por último, en un insólito todos contra todos, de todas esas expresiones del alma humana entre sí, configurando lo que se podría definir como una bolsa de gatos.

Pero, esto no es vida, se afirmará. Probablemente no lo sea, pero más allá de idealismos funcionales, así parecen funcionar o no funcionar las cosas.

Todo esto, por otra parte, no debería preocupar a nadie ya que conviene a la moda del momento, que suele encontrar adorable todo lo que se muestre de modo desestructurado. Si además de mostrarse de esa manera esto funciona así, termina siendo re-fashion, con lo cual todos tienen asegurada la aceptación correspondiente de parte de todos los demás. Así que mejor no quejarse ya que, como le decía mi abuela a mi hermana menor, “si quieres ser bella debes ver estrellas”, expresión que nunca terminé de comprender del todo pero que me parece que se ajusta al caso.

Modas aparte, la cultura de este tiempo, un cierto número de ciencias bastante incuestionables y el consenso general, están de acuerdo en que la naturaleza humana es contradictoria y que en eso radica un cierto encanto que nadie sabe explicar con demasiada precisión.

Creo que en alguna parte debe haber algún motivo inconfesable que fundamente estas afirmaciones de modo tal de permitir que algunos vivos lleven adelante algún tipo de negocio. No me queda claro cual es el truco pero me queda la extraña sensación de que alguna carta debe haber en la manga de algún tahúr.

Así, con este asunto de la naturaleza humana contradictoria, pueden quedar justificadas una serie de tropelías. Unos dirán que ojalá se pudieran hacer algunas cosas, pero que infelizmente, no depende de la voluntad, y lo de “infelizmente” no va a quedar muy claro en sus semblantes porque se los va a ver muy contentos.

Algunos dirán que es necesario hacer sacrificios pero a ellos no se los va a ver muy sacrificados. Unos prometerán una cosa, no la cumplirán, y los otros mucha mala sangre no se van hacer porque “vos sabés como son estas cosas”.

Así que de esta manera, afirmando una suerte de naturaleza humana contradictoria, el campo queda despejado para comportarse de acuerdo a este axioma.

Lo paradójico es que los mayores promotores de estas ideologías en su fuero íntimo no experimentan tanto este asunto y, mediante la articulación de algún sistema de forzamientos, piensan, sienten y actúan con una unidad envidiable a la hora de lograr sus propósitos (o, más bien, despropósitos).

Me parece que este asunto de la naturaleza humana contradictoria es una tramoya más para mejor esquilar y/o esquilmar individuos y conjuntos (preferentemente) poco espabilados (también preferentemente).

Jean-Luc Gagnan"

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