viernes, 5 de junio de 2009

Para empezar

A lo largo de los años escribí muchas cosas. Ninguna de ellas alcanzó el nivel, la estructura, de una obra que mereciera su publicación como libro o cosa semejante. No se me escapa el detalle de que buena parte de lo que se publica bien podría haber quedado reservado para la intimidad de su respectivo autor, pero, bien decía mi abuela, qepd, "mal de muchos, consuelo de tontos".

Algunos amigos, de cuya intención sospecho, más de una vez manifestaron su entusiasmo hacia algunos de mis escritos de desigual calidad y variado estilo. Pero aún con tanto estímulo la duda, siempre la duda, me inhibió de ir más allá de enviar algunos mails con textos escogidos (a amigos más escogidos aún) según criterios no muy claros, donde, quizás, el estado de ánimo del momento no fuera ajeno a la elección.

En fin que, dada cierta necesidad de producir algo distinto, acorde con este tiempo y con, tal vez, nuevas visiones, surgió el interrogante referido a qué hacer con lo escrito anteriormente. Existe, es cierto, la opción del cesto de papeles. Y es con esta idea, traducida a significados más actuales, que decidí enviar todo a la papelera de reciclaje en la forma de un blog. Con esto se hace más hincapié en lo de "reciclaje" que en lo de "papelera", dejando el material disponible para posibles recicladores, cartoneros virtuales, que hagan con esto lo que quieran, incluida la posibilidad del cesto de los papeles.

¿Voy a publicar todo lo que escribí? Humm, hay cosas que realmente merecen el cesto de papeles. Algunas son gracias que requieren una sintonía de época que ya no existe, otras, por misteriosos motivos de momento, asumieron el carácter de profecías que, transcurrido el lapso dado, mostraron su error. Aunque con este género literario hay que ser cuidadoso. Sucede, a veces, que la profecía durante un tiempo se cumple y luego deja de hacerlo. En otros casos no se cumple y después de, digamos, un par de miles de años, surgen los intérpretes correctos y todo cuadra magníficamente, aunque, es cierto, de modo un tanto tardío.

Como sea, no estoy dispuesto a correr ciertos riesgos, entre los que se incluyen los de profetizar erróneamente o contar chistes que nadie entiende, o que si son entendidos no causan gracia.

Sólo voy a correr riesgos calculados y así, a ojo de buen cubero, calculo que de lo escrito con anterioridad sólo incluiré una parte, la menos riesgosa.

Hyeronimus Frenckel

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